Cada vez que preparo estos caramelos es como si me transportara a los años en los que era pequeña e iba al colegio. Recuerdo que los viernes, mis hermanos y yo íbamos muchas veces a pasar el fin de semana a casa de mis abuelos maternos y mi abuela nos recibía siempre con un bol lleno de estos caramelos. Ver ahora a los pequeños disfrutar de ellos como yo lo hacía me arranca siempre una sonrisa y es que no hay nada como conseguir evocar grandes recuerdos a través de la comida o los dulces de nuestra infancia.